Este artículo originalmente trataría sobre la apertura de playas mexicanas a turistas nacionales e internacionales, de los hoteles y sus estrictos lineamientos en cuanto a seguridad e higiene para recibir a vacacionistas con una capacidad máxima obligada del 25% al 30% en cada hotel, lo cual causa gusto en los destinos y por otro lado, atrae a viajeros imprudentes y/o arriesgados.
En su mayoría son turistas nacionales quienes están “llenando” las playas mexicanas, y si bien de parte del personal hotelero hay gran entusiasmo por brindar un buen servicio, surge enseguida la contradicción: todos terminan presos de la paranoia y el miedo al contagio, y la falta de costumbre a la hora de seguir normas terminan convirtiendo el placer en estrés.
Por un lado existe la urgencia de reactivar el turismo y la economía, pero por otro lado México encabeza día a día la lista de países con más muertos y portadores del Covid; y a pesar de los mitos y verdades, la población con posibilidades de salir de casa busca vacacionar como antes tratando de comerse al mundo de un bocado, pero sobre todo intentando olvidar por unos días el asunto ¿pero cómo hacerlo si los empleados dentro del hotel usan caretas y cubrebocas? Y no solo se los ve trabajar de forma incómoda por las altas temperaturas sino que exigen, por el bien de todos, que el turista también utilice lo mismo que se les ha impuesto.
El fatídico 9-11 nos dejó la gran lección de que a todo nos podemos acostumbrar. Antes de esa fecha no era riguroso llegar 2 o 3 horas antes de la salida del vuelo para hacer check in, en su momento hubo inconformidades y malos ratos en los aeropuertos, pero se aceptó debido al impacto que ocasionó lo ocurrido en el mundo. Hoy en día, para las nuevas generaciones, resulta normal tomarse el tiempo indicado para abordar un avión. Entonces me pregunto: ¿Cuál es el impacto que necesitamos para entender que no hay marcha atrás? Hay un antes y un después del COVID-19 en 2020 y el después ya comenzó, está ocurriendo ahora… ¿No parece suficiente la desgracia de muchos para pensar dos veces antes de salir de casa? Entristece observar las playas sucias y un mar contaminado nuevamente a tan solo un mes de haber abierto los destinos turísticos… ¿Dónde necesita estrellarse un avión para aceptar que el planeta grita por conciencia? La vida nos exige cuidarnos los unos a los otros, nos conozcamos o no, seas de un país igual al mío o no.
Si igual vas a viajar
Si decides formatear ese chip en la cabeza, ten presente que: el tapabocas nos ayudará a superar estos tiempos, ¡póntelo!, vuélvelo parte de tu outfit, incluye el antibacterial o sanitizante en tu canasta básica y llévalos contigo como llevas tu identificación y lo más importante… ¡úsalos!, y en lo personal si son ecológicos mucho mejor. Si tienes la necesidad o las ganas de viajar saca a flote tu sentido común y activa la economía local. Si trabajas en el maravilloso sector turístico, recuerda que no solo colapsó tu comunidad sino el mundo entero. Si vas a reactivarte haz lo que sea necesario, pero sé un ejemplo y ejerce con responsabilidad. Aprovechemos la tecnología a favor de la naturaleza, no se te olvide que formas parte de ella. Si no crees en las estadísticas, ¡perfecto!, solo basta con tener consideración por los demás y saldremos adelante.